Abuelo,
En este momento estoy físicamente muy
lejos, pero emocionalmente he vivido estos últimos días en Chile. Me rompe el
alma no haber estado ahí.
Nacimos y vivimos en dos mundos
completamente distintos. Tu naciste en 1914, yo en 1991. Te tocó ver toda mi
vida, a mi muy poco de la tuya. Tu ya habías vivido prácticamente todo, cuando
yo no había vivido absolutamente nada.
Tu empezaste tu decaimiento físico cuando yo empecé mi crecimiento. Tu
empezaste a olvidar, yo a aprender. Me duele mucho, me duele mucho que nos haya
tocado vivir en momentos diferentes. Me duele acordarme cuando me decías
“socio”, porque me hubiera gustado que durara más. Me duele acordarme de cuando
íbamos a pescar en riñihue, yo sujetaba la caña y tú remabas por todo el lago,
porque me gustaría que se siguiera repitiendo. Me dolía y me duele acordarme de
cuando tu voluntad quería estar presente y tu físico te lo impedía. Me duele
acordarme de tu cara de felicidad cuando nos veías en la piscina, de acordarme
cuando me enseñaste a tirarme calvados. Me duele acordarme de los almuerzos de
los sábados cuando participabas activamente, porque me gustaba tus participación y es algo que no
se va a volver a repetir. Me duele que cuando yo podía participar de la conversación,
tu ya no podías.
Sin embargo Abuelo, este tiempo fue
suficiente. Te tengo un cariño enorme. Ahora entiendo tus palabras en tus
cumpleaños, ahora entiendo tus retos, ahora valoro que no hayas faltado a ningún
cumpleaños, premiación de fin de año y almuerzo de los sábado. Cada vez me doy
más cuenta de la influencia que tuviste en mi. Me contagiaste ese amor
incondicional por la U. Me contagiaste ese amor por entender el mundo. Cada vez
dedico más tiempo a leer libros de física, matemática y ciencias en general. Me
contagiaste ese compromiso por la familia, de estar presente en los momentos
importantes del otro. Me contagiaste ese amor por la vida, de disfrutar cada
comida, cada caminata, cada partido de fútbol que veíamos en la televisión,
cada buena nota de tus nietos, cada minuto que nos veías a nosotros
disfrutando. Y lo más importante educaste a mi papa, que ahora que estoy lejos
de mi casa me doy cuenta que no podría haber tenido a uno mejor.
Gracias y te prometo que a través de tu
influencia vas a seguir vivo en mí.
Adiós Abuelo.
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